Ratas de albañal
Autor: “Mike Brown” (Manuel Moreno Bernet)
Colección: Collar nº 51
Edita: Ediciones Reservada, Buenos Aires, 1966
Duck (sí, Duck, no Dick ni nada) Forrest acaba de salir de prisión, tras comerse cinco años acusado de complicidad en el asesinato de una persona. Su hermano sería el que lo hizo. Pero no fue así y claro, quiere venganza…
Y la verdad, no me acuerdo mas. Lo leí hace apenas dos semanas y no recuerdo NADA de la trama. Mala señal. Lo único que recuerdo era que el personaje hacia monólogos interiores al por mayor, como una suerte de Dostoievski de cuarta. Por ejemplo, perlas como esta:
“Han transcurrido, justamente, quince días. Quince días tan intensos, tan aprovechados minuto a minuto, segundo por segundo, que son bien equivalentes a estos cinco años perdidos en las profundidades ponzoñosas de un vacío de un hueco capaz de vejar el alma más sencilla y humana”
“Fue como andar por un camino a oscuras, tanteando las paredes, asegurando los pies evitando todo bache, todo abismo… Ha sido un camino largo y penoso, incoherente, por donde en todas partes irradiaba el odio, la venganza y la más escéptica crueldad humana.”
“Pero he llegado. Tal vez esté naufragando en le mismo lodazal que todos ellos, enlodado hasta la raíz de los cabellos, con el corazón y los sentimientos apergaminados, anquilosados de todo efecto de impresión, de benevolencia, de piedad.”
“Mas, fuese como fuere, he llegado. Unos pasos más y casi podré decir, asegurar, que en toda existencia, todo empieza y todo fenece.”
Por no hablar de diálogos de esta calaña:
“- Los dos estamos heridos moralmente, pero me dijeron una vez que las cicatrices tenían un tejido mucho más fuerte y menos sensible al dolor que el que había antes de la herida. Posiblemente, las cicatrices del corazón hacen a éste más firme y más apto para resistir las penas de la existencia. Y a esto es lo que la gente llama hacerse persona mayor. Tu y yo, Ivonne, estamos, pues, en la senectud y tenemos mil años”
Me imagino que, si alguien hiciera el audiolibro de este libro, funcionaría perfecto como soporífero natural.
Lo poco que pude descubrir del autor fue que – aparte de escribir libros en plena furia de los bolsilibros- también fue guionista de historieta. Por lo demás está completa (y justamente, si este libro es un ejemplo de su prosa, debo agregar) olvidado.
Eso sí: si lo que quieren son ejemplos de prosa involuntariamente graciosa, yo estaría atento a su producción.
O si sufren de insomnio también, que jorobar. Bien que me ha arrullado en el viaje de vuelta a casa mientras lo leía. Y varias veces.
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